La unificación mente-cuerpo (Shin Shin Toitsu) y el maestro Ueshiba
El maestro Koichi Tohei asistido por Terry Dobson
El maestro Ueshiba era un individuo que mostraba lo que significa existir en un estado relajado, poseer verdadero ki, y tener unificados la mente y el cuerpo. Su postura era tan sólida como una roca y no lo podías mover, no importando cómo empujaras o jalaras; sin embargo él me proyectaba sin esfuerzo, sin dejarme sentir que estaba empleando fuerza alguna. Yo estaba asombrado de que una persona así podía existir realmente en el mundo.
Más que cualquier otra cosa, lo que el maestro Ueshiba me enseñó fue que un estado relajado es el más poderoso. Él mismo era una prueba viviente de esto.
No creo que exista alguien en estos días que pueda realmente demostrar esto de la manera en la que él podía hacerlo. Esta cualidad en verdad maravillosa, que le costó tanto desarrollar —y no las historias de que extraía árboles jalándolos del suelo y otras leyendas sin sentido—, es lo que debemos intentar transmitir a las generaciones futuras.
Porqué el maestro Ueshiba prohibía los shiai (combates)
El maestro Ueshiba no permitía los shiai. En un shiai real la meta es privar a tu oponente de su poder total y completamente; si no lo consigues, no puedes aclamar tu victoria. Por otro lado, los shiai modernos están regidos por reglas que han sido establecidas en favor de la seguridad y para preservar la vida de los combatientes, y es dentro de estas reglas que se determinan la victoria y la derrota.
Dichas competencias, sin embargo, son en realidad deportes, y por lo tanto no son verdaderos shiai en el correcto sentido de la palabra. El judo, por ejemplo, ha sido diseñado de manera que los competidores puedan levantarse del piso después de haber sido aventados cualquier cantidad de veces. Esto es posible sólo debido a que el judo es un deporte; en la realidad tal cosa no ocurriría.
En el pasado, shiai significaba que tú intentabas ya sea matar o lesionar severamente a tu oponente, o al menos dejarlo incapaz de oponer mayor resistencia. De otro modo el combate hubiera sido considerado sin concluir y sin un vencedor.
El budo, por su naturaleza, no supone la pelea competitiva. Si examinas los caracteres chinos encontrarás que significan, literalmente: “el camino para detener el arma”. Dejas a un lado tu propia arma y al mismo tiempo haces que tu enemigo deje a un lado la suya. En otras palabras, derrotar a las personas no es la meta; en vez de ello, el verdadero budo es la culminación y el perfeccionamiento de tu propio ser. Esto es lo que el maestro Ueshiba siempre dijo.
Para mantener nuestra seguridad y preservar nuestras vidas tenemos que establecer reglas. Pero decidir la victoria o la derrota dentro de esas reglas automáticamente nos coloca en el terreno de los deportes. Y el maestro Ueshiba se mantuvo firme toda su vida en considerar que el aikido es un budo, no un deporte.
Lo que enseñó el maestro Ueshiba
Aunque el maestro sentía profundamente este principio subyacente del budo, en realidad nunca nos enseñó nada acerca de éste en términos concretos. Cuando estábamos entrenando él venía y nos decía: “pongan algo de poder en esto”. Y sin embargo, ¡cuando él demostraba las técnicas estaba totalmente relajado! Lo que decía y lo que hacía, en otras palabras, era completamente diferente.
También solía decir cosas fantásticas, como: “Los dioses se volvieron como el humo y entraron en mi cuerpo”, y: “en todo el mundo, del pasado y del presente, aún entre los santos y hombres sabios, no ha habido alguien que pueda comprender lo que estoy diciendo, incluyéndome a mí, que lo estoy diciendo, no lo entiendo”. Ahora bien, ¿¡cómo sería posible que nosotros fuéramos capaces de hacer algo con un discurso así!?
El maestro era tan sólido como una roca pero además muy relajado, y esa combinación lo hacía muy fuerte. Él había dominado la relajación al integrarla completamente en su cuerpo.
Si yo no hubiera sido lo suficientemente afortunado como para conocer al maestro Ueshiba, es probable que hubiera vivido toda mi vida sin saber siquiera acerca este tipo y este grado de relajación. Estoy muy agradecido con él por haberme mostrado eso.
Nunca puse tanta atención a lo que el maestro decía, como a lo que hacía. Podías hacer todas las preguntas que quisieras y nunca entenderías sus respuestas. Él sólo te mostraría y te diría algo como: “Se hace así”.
Con el tiempo, también conocí al maestro Tempu Nakamura, de quien por primera vez escuché la frase: “La mente mueve al cuerpo”. Al escuchar esto pensé: “¡Eso es! ¡De eso se trata! ¡Es tan simple!”. Comencé a observar con más detenimiento y de hecho descubrí que el maestro Ueshiba movía el cuerpo de sus oponentes guiando sus mentes (kokoro). Y lo hacía estando completamente relajado. Hubiera sido bueno si él simplemente nos hubiera enseñado eso, pero nunca lo hizo.
Después de pensar en ello durante un tiempo, me di cuenta de que, para que la mente pueda guiar al cuerpo y a fin de que puedas guiar la mente de tu oponente, primero tienes que ser capaz de controlar tu propia mente. Me puse a estudiar con gran entusiasmo cómo poder hacer esto. En otras palabras, había descubierto que unificar la mente y el cuerpo es un apuntalamiento fundamental del aikido.
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