miércoles, 4 de mayo de 2011

APUNTES DE AIKIDO

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MORIHEI UESHIBA: LAS FUENTES III




Morihei utilizaba la cabeza (literalmente) para crearse un nombre dentro del ejército. Durante los años anteriores se había endurecido el cráneo golpeándoselo contra un bloque de piedra cientos de veces al día. Los oficiales del antiguo ejército japonés, eran conocidos porque pegaban puñetazos en las cabezas de sus inferiores por la más pequeña infracción. Más de un oficial irascible se había roto los nudillos contra el duro cráneo de Morihei, y algún grandullón que se había atrevido con el pequeño soldado había caído inconsciente por un pequeño golpe (cincuenta años más tarde, durante una demostración, con una espada de madera, le dieron un golpe en su cabeza con todas las fuerzas; después de oírse un "clonc" ensordecedor, los espectadores quedaron boquiabiertos al ver como Morihei se reía del golpe, diciendo: "Nada puede romper mi vieja cabeza!").



Durante su periodo del servicio militar, Morihei estuvo en el dojo de Masakatsu Nakai, como instructor de Yagyu Ryu jujutsu, en Sakai. Morihei se había entrenado en este dojo los días de permiso y, después de licenciarse, se trasladaba regularmente desde Tanabe, y en 1908 le dieron la licencia de instructor.




Además, Yoroku había construido un dojo propiedad de la familia e invitó al notable maestro Kyoichi Takagi (el último noveno dan instructor de judo Kodokan) para darle clases. Morihei se entrenaba diligentemente, reforzando sus conocimientos ilimitados de las artes marciales clásicas.




Hacia 1909, Morihei se sumo al movimiento de protesta contra la reciente Política de Consolidación de los Santuarios, y entró en contacto con el excéntrico educador Kumakusa Minakata (1867-1941). El dinámico Minakata -un hombre con una insaciable sed de conocimiento y visión internacional- llenó la cabeza de Morihei con las maravillas y los retos que el mundo ofrecía a aquellos que tenían coraje para buscarlos.




En el periodo de Hokkaido, Morihei estuvo obsesionado por la fuerza física. Con una sola mano taló quinientos árboles en un año, arrancaba raíces con sus propias manos, rompía gruesas ramas contra su espalda y jugaba con los caballos a tira y afloja. Practicaba sus meditaciones al aire libre y continuaba duchándose diariamente con agua helada, aun en el más crudo de los inviernos de Hokkaido; Morihei aprendió a generar el calor interno, similar a la de aquellos ermitaños tibetanos protegidos tan solo por el cielo raso. Contaba a sus discípulos que el lugar del río donde se purificaba no se helaba ni en la época más fría del año.




Bibliografía: Paz Abundante (John Stevens)

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