De todos es conocida la gratificante sensación que genera enseñar, y si es aikido, mejor. Pero también es cierto que cuando intentas enseñar a un grupo de niños, y de todos ellos, un par de infantes insisten en molestar a sus compañeros, interrumpir las clases hablando, o simplemente hacer gala de su mala educación, la sensación es de frustración, enfado, indignación y despiporre.
Todo profesor ha vivido esto, en mayor o menor medida. Ante esto, sólo quedan dos opciones:
1. Frustrarse y ceder ante la insolencia de los alumnos, pasando de todo, con el respectivo perjuicio para los niños de bien que han venido a aprender (quizás la opción más común).
2. Frustrarse y reflexionar sobre el tema, e intentar encontrar una forma de impartir las clases que no perjudique a los que sí que vienen a aprender, e introduzcan en la práctica a los que han venido a molestar.
Yo me quedo con la segunda opción, y ayer tuve (por desgracia) la oportunidad de ponerla en práctica. Un par (o tres) alumnos decidieron que era más interesante hacer comentarios chorras durante las explicaciones y durante la práctica que la práctica en sí, molestando al resto y molestándome a mí, por lo que me vi obligado a sacar el libro del buen profe para encontrar remedio. Sería fácil expulsarlos de clase y listo, pero… ¿habría alguna otra solución??.
¡Y la había!!: la clase “por mímica”. Les expliqué que durante toda la clase yo no iba a hablar en ningún momento, y que las explicaciones las haría gestuales, enseñando (eso sí, técnicas básicas) con gestos y no con palabras, muy despacio, pero sólo con gestos, de forma que si estaban interesados en aprender y saber lo que había que hacer deberían prestar mucha atención a mis movimientos, a las manos, a los pies, etc…
Pues puedo decir que la estrategia funcionó mucho mejor de lo que esperaba, hasta tal punto que los niños cuando practicaban con los compañeros, ni siquiera entonces armaban alboroto, ya que estaban tan inmersos en captar los detalles de los movimientos para no ser menos que su compañero que olvidaban molestar a los demás.
Extrañado por el éxito de la clase decidí ponerla en práctica con el grupo de juveniles. Éxito rotundo. Los alumnos absorbían todos mis gestos y movimientos y luego los ponían en práctica.
Todo esto, por supuesto, tiene una clara explicación.
Si explicas vebalmente, la información principal que reciben es auditiva, por lo que desconectan el canal visual, y por tanto, desciende su atención en clase. Si eliminamos el canal auditivo (un canal que aún estando mirando hacia otro lado se recibe correctamente), y lo sustituimos por el visual, que únicamente se capta observando, conseguimos un grado de atención mucho más alto, eso sí, en detrimento del estudio de los pequeños detalles del aikido. Teniendo en cuenta que esto sólo es un recurso pedagógico para captar la atención del alumno, el hecho de que pierda unos pocos detalles tampoco es algo preocupante.
Sirva esta experiencia para animaros a todos a innovar en vuestra pedagogía como maestros, y a alentaros en la enseñanza, aún cuando los alumnos se concentren en tratar de conseguir lo contrario.
El próximo día, cómo hacer que el Pulpo Paul elija siempre la bandera de España… :)
Nando García. Maestro sufridor de Aikido, Karate y Pilates
5 comentarios:
Realmente interesante, enhorabuena.
Muchas gracias!!!
Deberías ponerlo en práctica tb con los mayores!!! :P En definitiva, tenemos una "perla" por Maestro!!! Gracias por todo!!!
Me lo apunto por si algun día me hace falta aplicarlo... :P Buen artículo!
Muy interesante técnica
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